La mayor plataforma de alquiler de pisos no tiene ni una sola propiedad registrada, la mayor plataforma de contratación de coches privados no tiene parqué automovilístico y la mayor enciclopedia del mundo tiene millones de autores. Hablamos, claro está, de Airbnb, Uber y la Wikipedia, y todos ellos son ejemplos de los nuevo modelos de negocio que han surgido gracias a Internet, las nuevas tecnologías y las redes sociales.
En este nuevo entorno, la propiedad pasa a un segundo plano y prima la necesidad de vivir experiencias y compartirlas con amigos y extraños. Además, el acceso a la información e incluso la capacidad de generarla que tienen los consumidores propiciaron el origen y la difusión del ecommerce, y con él, la transformación de los hábitos de consumo.
Sea cual sea el formato del comercio electrónico – B2C, de empresa a usuario, B2B, entre empresas, B2G, de empresa a gobierno e instituciones públicas, o C2C, entre clientes – las Redes Sociales se han convertido en parte vital de los diferentes modelos de negocio.
Según el VII Observatorio de Redes Sociales, 9 de cada 10 personas tienen cuenta activa en, al menos, una de las principales redes sociales y 3 de cada 4 usuarios ya son multidispositivo. Tanto en España como en el mundo, Facebook continúa siendo el líder y redes como Instagram y Linkedin adquieren mayor relevancia. Twitter por su parte vive una fase de estancamiento, y Snapchat ha calado con fuerza entre los más jóvenes (la generación millennial pero incluso más en la siguiente a ella, la llamada Generación Z.
Estos vaivenes y tendencias de uso son claves para las empresas, que no pueden mantenerse ajenas si no quieren quedarse obsoletas. Tienen que saber dónde se encuentra su público y ofrecerle lo que quiere en cada momento; un ejercicio de actualización y renovación constantes que no siempre es fácil.
En este escenario el contenido es esencial (los marketeros lo describen como El Rey). El usuario ya no quiere anuncios, quiere historias e información relevante sobre aquellos temas que le interesan. Ya no se trata de impactarle e ir tras él, sino que sea el consumidor quien encuentre la marca o empresa en cuestión porque ésta le aporte algo relevante.
Otra de las tendencias que no deben ignorar las marcas y empresas es que, en medio de esta vorágine del mundo compartido y en el que parece que todo se sabe, hay usuarios que van contracorriente y que valoran extremadamente la privacidad. Un perfil de usuario “asocial” que busca su sitio en entornos más aislados, como aplicaciones donde mantener el anonimato.
Por no hablar del avance de la tecnología. El ritmo es tan frenético que resulta casi imposible hacer pronósticos, aunque hay tendencias que ya empiezan a asomar. Como por ejemplo el Internet de las Cosas o IoT, que derivará en El internet Social de las cosas, y que permitirá que esos objetos que ya están conectados también nos sirvan para socializar e interactuar con el resto de usuarios.
Vía | MacGuffin