¿Qué es una API y para qué sirve?

API

Una API (siglas de ‘Application Programming Interface’) es un conjunto de reglas (código) y especificaciones que las aplicaciones pueden seguir para comunicarse entre ellas: sirviendo de interfaz entre programas diferentes de la misma manera en que la interfaz de usuario facilita la interacción humano-software.

Las API pueden servir para comunicarse con el sistema operativo (WinAPI), con bases de datos (DBMS) o con protocolos de comunicaciones (Jabber/XMPP). En los últimos años, por supuesto, se han sumado múltiples redes sociales (Twitter, Facebook, Youtube, Flickr, LinkedIn, etc) y otras plataformas online (Google Maps, WordPress…), lo que ha convertido el social media marketing es algo más sencillo, más rastreable y, por tanto, más rentable.

Las API son valiosas, ante todo, porque permiten hacer uso de funciones ya existentes en otro software (o de la infraestructura ya existente en otras plataformas) para no estar reinventando la rueda constantemente, reutilizando así código que se sabe que está probado y que funciona correctamente. En el caso de herramientas propietarias (es decir, que no sean de código abierto), son un modo de hacer saber a los programadores de otras aplicaciones cómo incorporar una funcionalidad concreta sin por ello tener que proporcionar información acerca de cómo se realiza internamente el proceso.

Ejemplos de uso de las API web

  • Los desarrolladores de un programa cualquiera para Windows que se conecte a Internet no necesitan incluir en su código las funciones necesarias para reconocer la tarjeta de red, por ejemplo: basta una ‘llamada’ a la API correspondiente del sistema operativo.
  • Las plataformas relacionadas con Twitter, sean las de búsqueda y filtrado de menciones como Topsy, o las de gestión de tuits como Hootsuite, pueden hacer uso de la capacidad de procesamiento de los servidores de Twitter.
  • Los webmasters pueden incluir en sus webs de forma automática productos actualizados de Amazon o eBay, permitiendo iniciar el proceso de compra desde su web. O quizá te permiten identificarte con Facebook Connect, ahorrándose así el complejo proceso de gestión de usuarios (y evitando al internauta tener que registrarse en una web más). Igualmente, los botones de “+1” de los blogs son llamadas a la API de Google.

En definitiva, podemos ver el uso de las API como una ‘subcontratación’ de funciones. Por supuesto, esta subcontratación impone condiciones al subcontratante: algunos sitios como Twitter o eBay limitan el número de llamadas que un determinado software o web pueden hacer a su API en un determinado período de tiempo (por minuto,hora o día) antes de tener que pagar una licencia.

Economía API

Una encuesta realizada hace un año por el Instituto Apigee llegó a la conclusión de que las organizaciones que se identificaban a sí mismas como más competentes en el uso de las API tenían mayores ingresos y generaban niveles más altos de satisfacción al cliente. Y prácticamente todos los ejecutivos encuestados (del ámbito del marketing y las TIC) llegaban a la conclusión de que las API tendrían un impacto sustancial en sus negocios en los siguientes 12 meses, y que podría incluso aumentar a largo plazo. Pero también llegaban a la conclusión de que a día de hoy, la “Economía API” es frágil: la falta de coherencia en las implementaciones de la API conduce a menudo a errores de integración tras cada actualización… lo que puede hundir de un día para otro el negocio de muchos partners de los proveedores de esas API.

Imagen | Robert Lowe

Fuente: Ticbeat

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