Hace un par de años Mario Costeja, abogado y calígrafo español, logró lo que muy pocos: obligar a Google a eliminar información desfasada sobre él y que le perjudicaba. Entonces oímos por primera vez el término “Derecho al olvido”,cuando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) lo empleó en su sentencia contra el buscador.
Aquéllo fue un hito en la defensa de la privacidad y un caso excepcional, porque lo cierto es que, en el momento en el que algo se publica en la Red, deja de ser “propiedad” exclusiva del individuo, quedando expuesto y al alcance de terceros.
Es el llamado rastro digital, que vamos dejando allá donde vamos en internet, como pisadas en la arena, sobre todo de dos formas: una más involuntaria, cuando cedemos nuestros datos personales a cambio de usar gratuitamente servicios online (como las redes sociales) y de forma más voluntaria cuando los ofrecemos ex profeso, como cuando compramos algo online.
Estos datos, este rastro digital, una de las cosas más difíciles de eliminar. Si introduces tu nombre en Google y el buscador escupe un resultado que no te encaja o te desagrada, puedes pedirte que lo borre a través de este cuestionario, y esperar que le dé el visto bueno a tu solicitud
Pero lo que muestra el rey de los buscadores es un porcentaje ínfimo de todos los datos personales que circulan por la red: alrededor de un 4%, según datos de la división de investigación tecnológica de la policía; el otro 96% se encuentran en la deep web, o el internet invisible.
Hace poco un experto en derecho digital, Samuel Parra, comentaba en El Españolque la preocupación no debe ser tanto si un dato puede borrarse o no en el futuro, sino, más bien, que otros puedan hacerse con él y emplearlo. Para evitar esto, muchos optan por navegar con TOR.
“Fichados” desde que venimos al mundo
Pero esto no soluciona del todo el problema ya que, como Parra señala, hay datos personales que se publican en servicios que están en la web prácticamente desde que nacemos, como bases de datos de Sanidad o Educación. De hecho ya se pueden solicitar los certificados de nacimiento y cumplimentarlos on line.
Por no hablar de lo que ocurre con las omnipresentes redes sociales. Si mañana te dieras de baja de Facebook, tu rastro digital quedaría intacto, porque tus fotos, “Me gusta” y demás información que hubieras dejado volcada en esta red ya no es propiedad tuya; ni siquiera la que haya ido recopilando sobre ti sin enterarte. Por tanto la desconexión virtual nunca llega a materializarse del todo.
Sabiendo todo esto, recuerda: si no quieres que algo de tu vida se sepa, no lo cuentes, ni lo escribas, ni muchísimo menos lo subas a la Red.
Fuente: Ticbeat
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